En medio de una de las crisis carcelarias más graves de la historia del Ecuador, que se perpetúa con vertiginosidad desde hace tres años sin encontrar un punto de inflexión que devuelva la paz y seguridad para todas las personas, se evidencia un cúmulo de problemas sociales arraigados a una realidad no solo nacional, sino de toda una región.
Países de América Latina y el Caribe afrontan una situación similar en sus sistemas penitenciarios, caracterizados por altos niveles de violencia y corrupción que se filtran en su ADN y evidencian la falta de medidas correctivas que prioricen la prevención de la delincuencia desde su causa raíz. Los centros carcelarios de la región se encuentran marcados por el hacinamiento, la precariedad, la insalubridad, la corrupción y una red de narcotráfico que se expande y carcome —cual cáncer— cada rincón del territorio, dentro o fuera de las rejas.
Desde un análisis crítico-valorativo de esta realidad que sume a los países latinoamericanos a un estado de crisis permanente, tomando como caso de estudio a Ecuador, se vislumbra que los sistemas penitenciarios privilegian de manera exponencial el encarcelamiento como medida reactiva, emergente y aislada para resolver un problema más profundo que demanda abordarse desde la garantía de un sistema de rehabilitación efectiva que permita reinsertar —a nivel social y laboral—, a un grupo extenso de personas que han infringido la ley y que, tarde o temprano, retornarán a su núcleo familiar y a la sociedad en general.
Es así que se ha despertado la necesidad imperante de gestionar los factores que están bajo la punta del iceberg: pobreza, empleo y educación, y es, este último elemento, el que nos sitúa frente a los adolescentes infractores del país, quienes, por su desarrollo físico y psicológico y sus necesidades emocionales y educativas, se diferencian de los adultos y demandan en consecuencia de una política pública de rehabilitación social con énfasis en el proceso socioeducativo. El reto es claro: evitar que la violencia y delincuencia se instauren como forma de vida desde la infancia o adolescencia y destruyan la sociedad desde adentro. El reto es lograr que las medidas socioeducativas, ya sea no privativas de libertad o privativas de libertad, doten a los adolescentes de conocimiento, habilidades y herramientas para que, al tiempo que resarcen o compensan el daño causado, se reinserten en la sociedad de forma sana, productiva y sostenible.
¿Qué estamos haciendo para contribuir a su proceso efectivo de rehabilitación y reinserción social?
Intervención socioeducativa desde el arte: ¿es posible?
Si bien la Política Pública de Rehabilitación Social 2022-2025, desde un enfoque integral de protección de derechos humanos, contempla medidas socioeducativas para los adolescentes infractores, precautelando su educación, integración familiar e inclusión constructiva en la sociedad, no se visibiliza de manera contundente el potencial de la intervención socioeducativa desde una pedagogía artística para complementar la educación formal de los adolescentes.
Aun cuando los programas artísticos y culturales son parte de las actividades que se ejecutan dentro de los Centros de Adolescentes Infractores (CAI) en Ecuador, estos no se encuentran valorados del todo con el nivel de importancia que conllevan para un proceso correcto de rehabilitación social y no están siendo aprovechados en su integridad con todas las categorías que abarcan. De acuerdo a una investigación del Observatorio Cultural de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), artesanías (35,7 %), pintura (21,5 %) y música (21,5 %) son las actividades que se desarrollan principalmente en los CAI a nivel nacional, pero el teatro (14,2 %) y la danza (7,10 %) no figuran con el mismo rigor y frecuencia.
El arte y la cultura son en esencia una herramienta educativa que permite desarrollar sensibilidad y otros procesos cognitivos que modulan las emociones.
Reconociendo la crisis carcelaria de Ecuador y advirtiendo el potencial del arte y la cultura para transformar positivamente el proceso de rehabilitación y reinserción social de los adolescentes infractores, la UTPL impulsó desde 2020 un proyecto de vinculación con la sociedad denominado «Teatro tras las rejas», una iniciativa que desde entonces rescató y puso en valor el poder del teatro —el mayor exponente de las artes escénicas— como herramienta para potenciar la socioeducación desde el arte en centros de adolescentes infractores en Ecuador.
El proyecto desarrolla una propuesta de intervención pedagógico-artística in situ en el CAI Loja, ejecutada por docentes y estudiantes de la Compañía de Teatro UTPL y de la carrera de Artes Escénicas de la misma universidad, que consiste en la impartición de clases semanales a los adolescentes infractores sobre artes escénicas: teatro, danza y música, para desarrollar procesos cognitivos que modulen las emociones y contribuyan al establecimiento de un protocolo efectivo de rehabilitación, inclusión social y no violencia.
Los adolescentes que se encuentran cumpliendo medidas socioeducativas privativas de la libertad en este centro, exploran técnicas de teatro físico y ‘juegos dramáticos’, por medio de actividades de expresión corporal, lingüística, plástica y rítmico-musical, juegos de rol, improvisación, proyección, etc., que les permiten comprender sus sentimientos y emociones sin prejuicios, identificarse dentro de la sociedad, mejorar su comunicación y descubrir nuevas habilidades para encausar su proyecto de vida previo a su reinserción social.
El teatro hace posible «estimular el cuerpo desde distintos lenguajes para educar la mente desde un potencial estético humanístico», sostiene Carla Saúl García, directora de la carrera de Artes Escénicas de la UTPL. El objetivo principal es reeducar a los adolescentes infractores para que se reconozcan como ‘persona’ y, desde ese lugar, dotarlos de herramientas que les permitan socializar y gestionar sus emociones para vivir mejor, dentro de un contexto de paz.
«Teatro tras las rejas» se ha consolidado en un referente a nivel nacional de cómo es posible abordar una intervención socioeducativa desde la pedagogía artística, logrando un impacto positivo no solo en la vida de los adolescentes infractores y sus familias, sino también en la vida de los estudiantes de la UTPL, quienes, al mimetizarse con esta nueva realidad, redescubren su propósito y se forman desde una perspectiva integral fundamentada en valores de empatía, esperanza, entrega, valentía, generosidad y aprendizaje continuo.
La intervención pedagógico-artística implementada durante tres años consecutivos en el CAI Loja, ha permitido concretar tres acciones que marcan los hitos de este proyecto de vinculación:
Los adolescentes infractores que han tenido la oportunidad de ser parte activa de «Teatro tras las rejas», han ganado confianza en ellos mismos, han descubierto el mundo desde otra perspectiva, han encontrado habilidades dentro de ellos que creían no tener y han aprendido a canalizar sus emociones para vivir de una manera diferente.
Las artes escénicas brindan la posibilidad de comprender, procesar y expresar emociones y sentimientos, reduciendo así el nivel de agresividad o violencia que se puede albergar al interior de los centros de adolescentes infractores.
Demostrado que el teatro, el arte y la cultura cumplen un rol fundamental en la rehabilitación de adolescentes infractores, el reto que asume la UTPL para el 2023 es consolidar una red de alianzas con actores estratégicos de la sociedad que crean en este objetivo y unan esfuerzos para transformar este proyecto de vinculación en una metodología de intervención socioeducativa desde el arte, que sea capaz de instaurarse como política pública de rehabilitación social para todos los CAI del Ecuador.